La derrota electoral del principal líder de la oposición, Kemal Kılıçdaroğlu, en las elecciones presidenciales celebradas recientemente en Turquía, deja numerosos interrogantes sobre cuál será el futuro político del secretario general del CHP, que ha perdido además su escaño en el parlamento turco. La apuesta del apodado “Gandhi turco” para estos comicios era fuerte, y tanto durante la campaña como incluso durante el recuento de votos, Kılıçdaroğlu y su equipo se presentaron como ganadores seguros aun cuando los datos que se iban conociendo contradecían su discurso.
Consciente quizás de carecer del carisma político necesario -al menos si se le compara con su rival, Erdoğan– en las elecciones presidenciales de 2018 Kılıçdaroğlu decidió que fuera otro miembro de su partido, Muharrem İnce, quien desafiara al presidente turco; İnce, hasta entonces un relativo desconocido fuera del CHP, aglutinó entonces un nada desdeñable 30% de los votos, superando incluso a un Kılıçdaroğlu que, en las elecciones generales de 2015, no había superado el 25% de los votos al frente del CHP: un resultado por otro lado muy similar al conseguido en las generales de 2011, y que venía marcando el techo electoral del CHP… y del propio Kılıçdaroğlu.
Aquella decisión de dejar a İnce el “trabajo sucio” y permitir que otro se “quemara” en las primeras presidenciales que celebró Turquía, le salió “rana” al líder de la oposición y supuso un largo quebradero de cabeza para Kılıçdaroğlu, quien vió cuestionado su liderazgo y acabó imponiéndose en el CHP a base de purgas internas, mano dura, y de la salida de la formación del propio Müharrem İnce, quien fundó su propio partido acusando a Kılıçdaroğlu de autoritarismo y de abandonar los principios fundacionales del CHP.
De hecho, Kılıçdaroğlu se ha caracterizado durante sus 13 años al frente del Partido Republicano del Pueblo (el mismo CHP que fundara Atatürk) por una deriva hacia un nacionalismo conservador con el que ha tratado de arrebatar votos al propio AKP de Erdoğan o a su aliado nacionalista, el MHP, aunque con escaso éxito; una de sus principales promesas en estas elecciones, la propuesta de expulsar a todos los refugiados de Turquía con discursos como “los turcos primero” o “los sirios os quitan el trabajo”, le acerca más al populismo que a una teórica socialdemocracia con la que, erróneamente, políticos y medios en Europa le siguen asociando.
Cuando Kılıçdaroğlu se postuló como candidato de “consenso” -un consenso forzado, y si no que se lo pregunten a Meral Akşener– de la coalición de 6 partidos de la oposición que concurrían a estas elecciones, lo hizo bajo el respaldo no sólo de la suma de votos que supuestamente aglutinarían los 6 partidos, sino contando también con el apoyo de los nacionalistas kurdos del HDP, quienes le dieron sus votos renunciando a presentar su propio candidato. De esta forma, Kılıçdaroğlu se aseguraba también las provincias del este y sureste de Turquía, donde el apoyo al CHP es insignificante y el HDP rivaliza con el propio AK Parti del presidente turco.
Es decir: Kılıçdaroğlu se atrevió a dar el “salto” y medirse de nuevo con Erdoğan sólo cuando vio lo que parecía una apuesta segura, y consideró que lanzarse a la piscina electoral era salir ganador. No olvidemos que incluso muchos sondeos le daban la razón (hablaban de que Kılıçdaroğlu vencería en 1ª vuelta con hasta el 55% de votos), aunque no lo hacían las encuestas más rigurosas, de las que sí nos hicimos eco en Hispanatolia.
Si ya el tropiezo en la 1ª vuelta cogió a la coalición de la oposición -que confiaba en una victoria contundente sin ir a una segunda ronda- por sorpresa, la derrota en la 2ª vuelta de las presidenciales posiblemente ha acabado de hundir cualquier expectativa que pudiese quedar sobre Kılıçdaroğlu, quien ha demostrado -y no es la primera vez…- que no es capaz de vencer a Erdoğan: ni con encuestas a favor, ni con casi una decena de partidos apoyándole, ni con la economía en crisis por la inflación, ni tras uno de los terremotos más devastadores de la historia de Turquía…
Entonces, ¿qué hace falta para vencer a Erdoğan? Desde luego, un líder con carisma. Sinan Oğan -otro de los candidatos a la presidencia- o el propio İnce -a quien “forzaron” a retirarse días antes tras fuertes presiones- tienen más poder de convencimiento y de mover a las masas fuera de su propio partido que un Kılıçdaroğlu que ha tenido que apoyarse en dos pesos pesados de su partido, como son los alcaldes metropolitanos de Estambul y Ankara.
Muchas voces antes de las elecciones -incluyendo la propia Akşener- ya clamaban que el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, debía ser el candidato que desafiara a Erdoğan. Visto lo visto, es lógico que ahora muchos se pregunten qué hubiera pasado de ser İmamoğlu quien hubiera encabezado la candidatura de la oposición.
Tras la derrota, ha cundido el desánimo y la frustración entre muchos votantes y políticos de la oposición que consideran que se ha perdido la mejor oportunidad de poner fin al gobierno de Erdoğan; no olvidemos además que el 2º gran objetivo de la coalición opositora era poner fin al sistema presidencialista -encabezando una especie de “gabinete presidencial de transición” hasta restaurar el antiguo sistema- con lo que, en realidad, la derrota de la oposición en estas elecciones es doble. Es un golpe duro, muy duro.
A la oposición le toca ahora recoger los pedazos y tratar de rehacerse. Es significativo que tras confirmarse el domingo la victoria de Erdoğan, no se produjese una declaración conjunta sino que cada líder de la alianza de partidos habló por separado. Curiosamente, sólo Akşener felicitó a Erdoğan por su victoria. Dice mucho de una coalición a duras penas unida y formada a partir de una amalgama de partidos de muy diferente condición, que se presentaba con dos grandes objetivos que -admitámoslo- han quedado pisoteados.
Kılıçdaroğlu por su parte dijo tras la derrota “seguimos caminando, yo sigo aquí”. ¿Pero por cuánto tiempo? Ya hay voces dentro de su propio partido pidiendo que rueden cabezas tras lo que consideran errores básicos de estrategia y de planteamiento, el mismo İmamoğlu ha dicho que «tiene que haber cambios», y las previsiones a futuro no son optimistas. Parece ser que incluso la ejecutiva del CHP presentó en bloque su renuncia, pero Kılıçdaroğlu la rechazó con un “no es necesario por el momento”… Obviamente, de haberla aceptado el líder del CHP habría reconocido implícitamente su gran fracaso, y habría tenido a continuación todas las miradas puestas sobre él.
A sus 74 años, Kılıçdaroğlu sólo puede aspirar a intentar liderar una nueva coalición que intente echar a Erdoğan en las siguientes elecciones, dentro de 5 años… Para entonces, Kılıçdaroğlu tendrá 79 años, y en caso de ser él el candidato y ser elegido, acabaría la legislatura con 84 años… todo un mérito que superaría incluso al mismísimo Joe “abuelo” Biden. Con un congreso del CHP previsto para este verano, es muy improbable sin embargo que Kılıçdaroğlu renuncie y ceda su cetro en favor de İmamoğlu o de cualquier otro, y probablemente buscará resarcirse de su derrota en las municipales de 2024.
Sólo una fuerte presión interna, no desde el propio CHP -algo improbable- sino desde la actual u otra coalición de partidos de la oposición -algo difícil- podría forzar a Kılıçdaroğlu a echarse a un lado, si nos atenemos a lo que hemos visto en los últimos 13 años. No está claro cuál será el futuro político de Kılıçdaroğlu tras la derrota electoral… Pero si algo es cierto, es que el futuro de la oposición turca en general y de la política en Turquía en particular, se atisba bastante gris mientras él siga aferrándose a su sillón.
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Como gran aficionado a la historia que es, a Pablo le cautivó Turquía desde el primer día que la visitó en 2006: allí se casó, allí tiene una casa, y desde entonces se ha convertido en todo un experto en la actualidad de Turquía. Con una larga experiencia en medios de comunicación, está al frente de Hispanatolia desde 2011.