18 años después de la mayor masacre de civiles cometida en Europa desde la II Guerra Mundial, aún quedan miles de víctimas de la matanza cometida por las fuerzas serbobosnias por localizar e identificar.
Bosnia enterró el jueves a 409 víctimas de la matanza cometida en la ciudad de Srebrenica por las fuerzas paramilitares serbias durante la guerra que asoló los Balcanes en los años 90, coincidiendo con el 18º aniversario de la mayor masacre de civiles desde la II Guerra Mundial.
Miles de personas acudieron a este pequeño enclave musulmán ubicado en medio del territorio de la República Srpska que integra Bosnia Herzegovina, y que en 1995 fue testigo de la mayor matanza de civiles que ha vivido Europa desde el fin de la última guerra mundial, en la que se cree murieron unos 8.000 varones musulmanes bosnios.
Entre los 409 fallecidos identificados y enterrados el jueves había 44 menores de edad y un niño recién nacido que fue enterrado junto a la tumba de su padre, asesinado por las fuerzas serbias durante la masacre.
Horas antes del funeral, en el que los cuerpos desfilaron en simples cajas de madera cubiertas con una tela verde, unas 6.000 personas llegaban al monumento en recuerdo de la masacre de Srebrenica situado en el barrio de Potočari, tras recorrer los 80 kilómetros que anduvieron miles de varones musulmanes escapando de la matanza.
Casi 20 años después, el dolor de muchas familias se mantiene muy vivo y miles de víctimas de aquel exterminio que avergonzó a Europa siguen sin ser localizadas o sin poder identificarse. A finales del pasado mes de abril el presidente serbio Tomislav Nikolić se atrevió finalmente a pedir disculpas públicas por la masacre cometida en 1995 en Srebrenica por paramilitares serbobosnios, pero rehusó sin embargo considerarla como un genocidio.
Srebrenica, hace 18 años
Fue hace ahora 18 años cuando 30.000 refugiados bosnios musulmanes que huían del avance de las fuerzas paramilitares serbobosnias acudieron a refugiarse a la base militar que la ONU tenía en el barrio de Potočari, en Srebrenica, guardada por cascos azules holandeses, después de que las fuerzas serbobosnias al mando del general Mladic ocuparan la ciudad el 11 de julio de 1995. Pero cuando finalmente las tropas serbo-bosnias llegaron a Srebrenica, los cascos azules les abrieron las puertas de la base y permitieron que los serbios se llevaran a los refugiados.
Dos días después, y ante las cámaras de televisión de todo el mundo, los cascos azules expulsaron del campamento a miles de familias musulmanas refugiadas en el recinto y permitieron que las tropas de Mladic separaran a todos los hombres de entre 12 y 77 años de las mujeres. Todos ellos fueron llevados en camiones, y jamás volvió a saberse de ellos.
En total se cree que al menos 8.000 hombres, ancianos y niños fueron asesinados y enterrados en fosas comunes. Las mujeres, junto con los hombres más ancianos y los niños de más corta edad, fueron deportadas. Un monumento en memoria de las víctimas de la masacre de Srebrenica se alza ahora en la carretera que parte de la antigua base de Naciones Unidas, donde descansan algunos de los cuerpos que han sido encontrados dispersos en las numerosas fosas masivas que se encontraron al final de la guerra.
En la conciencia de muchos holandeses aún pesa la imagen del general holandés Thom Karremans brindando con el genocida Ratko Mladić tras la ocupación de Srebrenica, y cómo posteriormente los cascos azules holandeses despedían sonrientes a miles de hombres y mujeres musulmanes… una despedida que para miles de ellos sería para siempre.
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