Los muertos en Irán por las masivas protestas contra la reelección de Mahmud Ahmadinejad en las recientes elecciones presidenciales suman ya 17.
Los muertos en Irán por las masivas protestas contra la reelección de Mahmud Ahmadinejad en las recientes elecciones presidenciales suman ya 17, después de que 10 personas resultaran muertas durante las manifestaciones que se volvieron a repetir este sábado, en las que cerca de 500 manifestantes fueron detenidos por la policía iraní.
Por su parte Mir Hosein Musavi, el principal líder de la oposición y que encabeza las protestas, afirmó el domingo que protestar contra lo que califica como un fraude electoral es un derecho aunque volvió a hacer un llamamiento a sus seguidores a la moderación.
«Como persona en luto» por las muertes en la manifestación del sábado, «invito a mi querido pueblo a la contención», afirmó Musavi en un comunicado, aunque también señaló que «protestar contra la mentira y el fraude es vuestro derecho», en referencia a las manifestaciones que han recorrido masivamente las principales ciudades del país tras unas elecciones presidenciales en las que los tres candidatos opuestos al presidente Ahmadinejad aseguran que ha habido cerca de 700 irregularidades que las invalidan.
«Esperaos a obtener vuestros derechos y no permitáis a los que quieren poneros furiosos que lo logren», declaró Musavi, quien instó además a la policía y al ejército a actuar igualmente de forma proporcionada contra los iraníes que se manifiestan estos días.
Según la televisión estatal iraní, al menos 10 personas murieron -13 según medios occidentales- y más de un centenar resultaron heridas en las manifestaciones del sábado, lo que eleva a 17 el número de fallecidos desde que el pasado lunes se iniciaran las protestas.
El gobierno iraní no ha tardado en alzar de nuevo su tono contra Occidente y en especial contra Gran Bretaña, a la que acusó de querer sabotear los comicios presidenciales del 12 de junio, consciente de que han desatado la que es ya sin duda la mayor crisis interna que sufre Irán desde la revolución que instauró la República Islámica en 1979 y expulsó al Sha del país. Ahmadinejad acusó a Londres y a Washington de «injerencias» en los asuntos internos de Irán y de ser enemigos de la República Islámica, mientras el ministro de exteriores Manuchehr Mottaki afirmaba que Londres estaba detrás de las protestas que han sacudido el país desde hace una semana.
Las autoridades iraníes han aumentado las restricciones a la prensa extranjera y han amenazado a los corresponsales occidentales en el país con tomar nuevas medidas si siguen «inmiscuyéndose en los asuntos internos» del país. Algunos de ellos han sido obligados a abandonar Irán, acusados de «incitar y apoyar» a los que la prensa oficial y el gobierno iraní califican de «agitadores», «anarquistas» y «terroristas».
Pero las presiones no son sólo contra la prensa occidental, ya que según la organización Reporteros Sin Fronteras, ya son 33 los periodistas iraníes encarcelados desde el inicio de las protestas hace una semana. Además, otras televisiones de países de la zona como el canal saudita Al Arabiya han anunciado el cierre de sus oficinas en la capital de Irán, Teherán.
Hubo fraude masivo
Mientras, el Consejo de Guardianes de la Constitución admitió la existencia de irregularidades en el proceso de votación. El poderoso organismo del régimen reconoció que en al menos 50 ciudades votaron muchos más ciudadanos de los censados, y según el portavoz del Consejo, Abbas Ali Kadkhodaei, el fraude afectaría a unos tres millones de votos, aunque agregó que no supondrá un cambio importante en los resultados finales, que dieron la victoria al actual presidente, el ultra-conservador Ahmadinejad.
Los Guardianes han aceptado además hacer un recuento aleatorio del 10% de las urnas en presencia de representantes de la oposición, pero esta cree la medida insuficiente y sigue exigiendo la repetición de las elecciones.
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