El rostro, reconstruido a partir de un cráneo encontrado en Gibraltar, muestra cómo era una mujer que vivió en el año 5.400 a.C. y que viajó hasta la Península desde Anatolia, la actual Turquía.
Un grupo de científicos ingleses del Museo Nacional de Gibraltar y de la Facultad de Medicina de Harvard han colaborado para poder recrear, mediante técnicas genéticas y de reconstrucción facial a partir de huesos de cráneo, la cara de una mujer procedente de Anatolia que vivió cerca del Peñón hace unos 7.500 años, a principios del Neolítico.
La reconstrucción ha sido posible gracias a los avances en la tecnología, que han hecho posible extraer restos de ADN del cráneo de «Calpeia«, nombre dado a los restos óseos encontrados en 1996 en una sepultura cerca de Gibraltar. La reconstrucción, a cargo del conservador del Museo Nacional de Gibraltar, Manuel Jaén, no fue fácil ya que el cráneo se encontraba originalmente aplastado, por lo que todo el proceso llevó 6 meses.
A partir de los fragmentos del cráneo, los científicos extrajeron parte del ADN de la mujer para tratar de establecer sus rasgos físicos determinados por su código genético, a la par que se realizó una remodelación de una copia escaneada de su cráneo, en el que hubo que restaurar varias zonas que faltaban.
El rostro de los humanos no ha cambiado en miles de años
Los resultados, publicados en la prestigiosa revista Science, han permitido mostrar con un gran nivel de precisión y detalle cómo era el rostro de una mujer que vivió en torno al año 5.400 antes de Cristo, y que demostraría que la cara de los seres humanos no ha cambiado básicamente en los últimos miles de años.
Por su parte el profesor Clive Finlayson, miembro también del equipo del Museo Nacional de Gibraltar, subrayó que si bien la mujer fue hallada en las proximidades del Peñón, el análisis ha podido determinar que sólo el 10% de sus genes procedían de cazadores-recolectores locales del Mesolítico, mientras que el 90% restantes correspondían a emigrantes de Anatolia, la actual Turquía.
Esto -afirman los autores del estudio que ha permitido reconstruir la cara de esta mujer- supone que o bien ella misma, o bien sus antepasados más próximos, llegaron al sur de la Península Ibérica desde Anatolia, trayendo consigo los avances y nuevas técnicas en agricultura que habían aparecido en todo el Mediterráneo Oriental, y que más tarde se extendería gracias a Calpeia y sus descendientes por toda Europa.
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