Declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, cada vez son más los turistas que visitan Safranbolu para conocer sus granjas de azafrán, la especia más cara del mundo.
El azafrán, llamado el «oro rojo» por ser la especia más rara y cara que existe, está convirtiéndose en un nuevo motor para el turismo en Safranbolu, una histórica ciudad de la costa turca del Mar Negro que en 1994 fue declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad por el buen estado de conservación de sus casas de época otomana.
Situada en la provincia turca de Karabük, el cultivo del azafrán ha estado arraigado durante siglos en Safranbolu, y de hecho su nombre significa literalmente «Ciudad del azafrán«: safran es la palabra turca para azafrán, y bolu deriva del griego polis (ciudad). Hoy día 18 granjeros cultivan esta especia en una superficie de unas 3 hectáreas a las afueras de la ciudad.
Los bulbos del azafrán se plantan en agosto y se recolectan entre octubre y noviembre. El motivo de que sea la especia más cara del mundo es obvio: su recolección es muy delicada y requiere un intenso trabajo dado que sólo una parte de la flor es usada como condimento. Se calcula que para producir sólo 500 gramos de azafrán es necesario recolectar unas 100.000 flores.
Por eso, y aunque Safranbolu ha sido hasta ahora conocida principalmente por su rico patrimonio histórico y cultural, cada vez son más los turistas tanto turcos como extranjeros que acuden también a visitar las granjas donde se cultiva esta cara especia, cuya flor resulta además especialmente bella. Ya hay agencias de viaje que organizan tours a estas granjas durante la época de recolección.
«Por su belleza y su olor, las granjas de azafrán son maravillosas»
Así lo confirma Fatma Çiçek, propietaria de una estas agencias que el pasado fin de semana organizaba una excursión con un grupo de turistas, y que asegura que sus clientes pasan un rato muy agradable visitando las granjas de azafrán: «No sólo en términos de belleza visual, sino también por su olor, son maravillosas (estas granjas). He cogido un bulbo y lo plantaré. ¡Espero que crezca!», dijo.
İsmail Yılmaz, propietario de una de estas granjas, explica que cuando llegan turistas de visita los reciben, les llevan a recorrer la granja, les dejan coger algunas flores y luego les hablan de la historia y las propiedades del azafrán, que también se puede comprar en la propia granja.
«Comenzamos este negocio como productores de esta especia, pero ahora el turismo es lo que más vende. Durante la época de recolección del azafrán, los hoteles (en Safranbolu) están llenos, especialmente durante los fines de semana», asegura Yılmaz.
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Graduada en turismo, a Laura le encanta viajar y conocer sitios, culturas y gente nueva; y claro está, uno de sus sitios preferidos para disfrutar de unas buenas vacaciones es Turquía, donde llegó incluso a trabajar de guía. Pocos lugares en Anatolia quedan que no haya visitado… así que ella es la que nos aconseja al resto cuando viajamos.