Ali Zeidan fue secuestrado en el hotel donde se alojaba en la capital por una facción armada en represalia por la captura por parte de EE.UU. de un supuesto miembro de Al-Qaeda en Libia.
El primer ministro libio Ali Zeidan llegó poco después del mediodía del jueves a la sede del gobierno en Trípoli tras haber sido raptado y retenido en paradero desconocido durante varias horas por milicias armadas, que se lo llevaron el miércoles a la fuerza de un hotel de la capital.
En aparente buen estado de salud, Zeidan fue recibido por una multitud que le vitoreó antes de entrar a presidir una reunión extraordinaria de su gabinete tras el suceso, que ha puesto de relevancia una vez más la falta de seguridad y de estabilidad en el país tras la caída del régimen del general Gadafi. Varios ministros del gobierno le recibieron a las puertas en medio de grandes medidas de seguridad.
El primer ministro libio fue secuestrado en plena madrugada del miércoles al jueves en el Hotel Corinthia, un complejo en el que residen varios diplomáticos extranjeros y altos cargos del gobierno libio, considerado hasta ahora como uno de los lugares más vigilados de Trípoli.
No está claro aún quiénes han sido los autores del secuestro pero todas las sospechas del ejecutivo recaen en las denominadas “Célula de Operaciones de los Revolucionarios Libios” y “Brigada por la Lucha contra el Crimen”, dos de los numerosas facciones armadas que contribuyeron al derrocamiento militar de Gadafi y en manos de las que en estos momentos se encuentra la seguridad del país.
Un día antes del secuestro del primer ministro su oficina había sido asaltada por varios hombres armados que reclamaban el pago atrasado de varios meses de su salario; no obstante se cree que el rapto de Zeidan podría estar relacionado con la operación que comandos estadounidenses de la VI Flota en el Mediterráneo llevaron a cabo hace unos días para secuestrar en Trípoli a Abu Anas al-Libi, un presunto miembro de Al-Qaeda acusado de organizar en 1998 los atentados contras las embajadas de EE UU en Kenia y Tanzania.
Pese a las protestas del gobierno libio por la operación en su territorio, el Secretario de Estado John Kerry dio a entender en unas declaraciones que el ejecutivo de Zeidan podría estar al corriente de la misma, lo que habría desatado las iras de algunas de las facciones que operan en Libia.
La noticia ha aireado la debilidad del ejecutivo libio tras la revolución y la guerra civil que acabó derrocando a Muammar el Gadafi. Dos años después de su muerte por linchamiento a manos de las milicias que asediaban Trípoli, Libia es un hervidero de facciones tribales y milicias a menudo vinculadas al islamismo radical que pugnan entre sí y con el gobierno central por controlar distintas zonas del país, especialmente las regiones productoras de petróleo, que constituye la principal fuente de ingresos del país y el 95% de sus exportaciones.
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