Trump quiere recuperar las buenas relaciones con Turquía

La nueva administración de la Casa Blanca quiere recuperar las buenas relaciones con Turquía, que considera la principal aliada de EE.UU. en la región y especialmente frente al Daesh, y apuesta por entregar a Ankara al clérigo islámico Fethullah Gülen.

El futuro vice presidente de los Estados Unidos, el ultraconservador Mike Pence, ha afirmado que bajo la nueva administración del recién elegido Donald Trump Washington buscará mejorar las relaciones con Turquía y llevarlas hasta el nivel en que estaban anteriormente, tras el deterioro que éstas han sufrido bajo los últimos años del gobierno Obama.

Turquía es el más importante aliado que tiene EE.UU. en la región. Llevaremos nuestras relaciones con Turquía a una mejor posición, como en los viejos tiempos”, aseguró Pence el miércoles en unas declaraciones recogidas por el diario turco Hürriyet. “Mejoraremos aún más nuestras relaciones”, insistió el futuro vice presidente norteamericano.

Trump, que venció inesperadamente en las elecciones presidenciales celebradas el 8 de noviembre en Estados Unidos, tiene previsto asumir el cargo como 45º presidente en una ceremonia oficial el próximo 20 de enero. Tras el shock inicial por su triunfo, numerosos líderes mundiales le felicitaron por su elección, incluyendo el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, que le telefoneó en persona.

Fuentes de la Presidencia de la República en Turquía citadas por la agencia de noticias semioficial Anatolia indicaron que durante la conversación Erdoğan destacó que Turquía y Estados Unidos eran aliados con “un respeto mutuo, beneficios mutuos y valores comunes”, al tiempo que se mostró confiando en que los lazos bilaterales puedan mejorar a corto plazo. Tanto Trump como Erdoğan coincidieron además en su determinación en cooperar en asuntos de índole tanto regional como internacional, especialmente en lo que concierte a la lucha contra el terrorismo.

Estados Unidos y Turquía mantienen una estrecha relación como aliados y miembros de la OTAN –Turquía posee de hecho el segundo mayor ejército de la Alianza Atlántica, sólo superado por el del propio EE.UU.- pero sus relaciones se habían deteriorado en los últimos años de la administración Obama por diversas cuestiones, y especialmente por el apoyo que Washington lleva tiempo prestando al Partido de la Unión Democrática (PYD) y su brazo armado (las Unidades de Defensa Popular, o YPG) en Siria.

Mientras que Ankara insiste en que el PYD/YPG no es más que la denominación en Siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), bajo el gobierno de Obama Washington consideró al PYD/YPG como su principal aliado frente al Daesh en la región proporcionándole equipamiento y armamento pesado, además de apoyo aéreo e incluso de militares estadounidenses en tierra, estableciendo una diferenciación entre el PKK –al que Estados Unidos sí califica como un grupo terrorista, al igual que la UE y la propia Turquía- y el PYD/YPG pese a que el gobierno turco ha proporcionado múltiples pruebas de que ambos grupos comparten infraestructura, organización, armas, combatientes e ideología.

El pasado octubre el propio Erdoğan acusó a la candidata demócrata Hillary Clinton de “falta de experiencia política” por sus “desafortunados comentarios” en campaña, después de que ésta asegurara que en caso de llegar al poder proporcionaría al PYD/YPG “todo el equipamiento que necesiten” para combatir al Daesh en Siria, lo que desató todas las alarmas en Ankara en un momento en que las fuerzas de seguridad turcas deben hacer frente a una creciente amenaza terrorista, después de que el PKK anunciara en julio de 2015 el fin de la tregua declarada dos años antes.

“Estados Unidos no debería ser un lugar seguro para Gülen”

Otra cuestión que ha distancia a Ankara y a Washington en los últimos años y especialmente a raíz del intento de golpe de Estado en Turquía perpetrado el pasado 15 de julio, es la cuestión en torno a la extradición del clérigo islámico Fethullah Gülen, líder de una secta religiosa con ramificaciones por todo el mundo que desde 1999 vive en un autoexilio en Pensilvania (EE.UU.) y al que las autoridades turcas responsabilizan de ser el principal impulsor de la intentona golpista.

A este respecto, uno de los principales asesores de Donald Trump, el teniente general retirado Michael Flynn, publicaba el martes un artículo de opinión en un diario estadounidense bajo el título “Nuestra aliada Turquía está en crisis y necesita nuestro apoyo”, en el que señalaba a Gülen y a su movimiento religioso –que ha proporcionado importantes fondos para financiar la campaña de Clinton– y afirmaba que Estados Unidos no debería seguir representando un cobijo para él.

Las fuerzas del Islam radical derivan su ideología de clérigos radicales como Gülen, que está al frente de una mafia. No deberíamos proporcionarle un lugar seguro”, escribió Flynn, que ha sido uno de los principales asesores de seguridad nacional de Trump durante su campaña y que previsiblemente formará parte de su gabinete.

“En esta crisis, resulta imperativo que recordemos quiénes son nuestros verdaderos amigos”, subrayó el que fuera antiguo director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa. “Debemos comenzar entendiendo que Turquía es vital para los intereses de Estados Unidos. Turquía es realmente nuestro aliado más fuerte contra el Estado Islámico en Irak y Siria, así como una fuente de estabilidad para la región. Proporciona una muy necesaria cooperación con los Estados Unidos en operaciones militares (en Medio Oriente)”, resaltó Flynn en el artículo.

“Resulta inadmisible ir en contra de Turquía, nuestro aliado en la OTAN, mientras Washington está engatusado por esta fuente enmascarada de terrorismo e inestabilidad acurrucada confortablemente en nuestro propio patio trasero en Pensilvania”, añade en su escrito refiriéndose a Gülen.

Necesitamos ajustar nuestra política exterior para reconocer a Turquía como una prioridad. Necesitamos ver el mundo desde la perspectiva de Turquía. ¿Qué hubiéramos hechos si justo después del 11-S hubiéramos sabido que Osama Bin Laden vive en un bonito chalet en un complejo turístico turco mientras regenta 160 escuelas privadas financiadas por los contribuyentes turcos?”, escribió Flynn, planteando un símil con la situación real de Gülen en Estados Unidos tras el intento de golpe de Estado en Turquía.