Tras el fin de las elecciones, el gobierno turco debe revertir la mal dirigida política exterior, que está teniendo un impacto destructivo sobre la economía y la credibilidad del país en el mundo.
Una cosa es cierta: el largo período electoral de seis años de duración de Turquía ha terminado con la repetición de las elecciones de Estambul. Al sufrir de “fatiga electoral”, todo el mundo espera que haya comenzado en Turquía una época de cuatro años libres de elecciones. Aun así, muchos en la capital turca creen que será extremadamente difícil para el gobierno mantenerse hasta 2023, y que los acontecimientos podrían llevar a votaciones presidenciales y parlamentarias anticipadas.
Esta columna, no obstante, va a tratar de analizar cómo será la política exterior turca en este período, y si se verá un reajuste en cuestiones clave.
Un aspecto general de la política exterior turca, influenciada por tensiones políticas internas sin fin, puede ser resumido como “Turquía no tiene una política exterior real, sino una política interna que se expande más allá de sus fronteras”.
Esa tendencia comenzó a mediados de 2013, durante las masivas protestas del Gezi Park, debido a que el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) desarrolló un discurso nacional muy fuerte que culpó a todo el bloque de Occidente por conspirar contra el crecimiento económico y la influencia política de la República Turca. El cruel intento de golpe de Estado de 2016 aumentó aún más esta enemistad entre Turquía y Occidente.
A lo largo de los años, esta visión le ha costado caro a Turquía: las históricas relaciones de Turquía con los países e instituciones occidentales se han visto seriamente dañadas, con un deterioro en los registros en democracia, derechos humanos y Estado de derecho. Ahora Turquía afronta un aislamiento regional como se está viendo en el Mediterráneo Oriental, sin que existan medios de penetrar en los grandes mercados de Oriente Medio.
Además, los lazos de Turquía con tres instituciones internacionales clave se han visto dañados en este período:
La Unión Europea representa una visión para el futuro de Turquía. Las aspiraciones desde hace décadas de Turquía de unirse a la UE reflejan su voluntad de formar parte del mundo moderno y civilizado. Sin embargo, las conversaciones para la plena integración de Turquía en la UE llegaron a su fin durante este período, sin esperanzas de una recuperación inmediata. La erosión de esta visión trae consigo preguntas de hacia dónde se dirige Turquía. Y la respuesta a esa pregunta automáticamente no insufla esperanzas para el futuro de este país.
La segunda es el Consejo de Europa, del que Turquía es miembro fundador. Esta institución defiende la democracia, los derechos humanos, el Estado de derecho y las libertades fundamentales, y Turquía se ha beneficiado siempre del Consejo de Europa a lo largo de su siempre problemático proceso de democratización. Sin embargo, el constante deterioro en todos estos ámbitos mencionados ha resultado en la reapertura del proceso de monitorización de Turquía por parte del órgano parlamentario del Consejo.
Un tercer importante pilar de la política exterior y de seguridad turca es la OTAN. A pesar de los problemas, Turquía ha disfrutado de la protección proporcionada por la Alianza a lo largo de la Guerra Fría, y ha desarrollado uno de los ejércitos más poderosos de la región. El reciente acercamiento de Turquía con Rusia, particularmente en el ámbito estratégico, ha conducido a la adquisición de los sistemas de defensa aérea S-400 a costa de desatar una reacción de los Estados Unidos y la OTAN. La expulsión de Turquía del proyecto del caza F-35 y las inminentes sanciones contra su industria de defensa, probablemente causarán más fricción entre Ankara y Washington, así como con Bruselas.
La política exterior turca tradicional está basada en la diplomacia y el equilibrio, dos componentes clave que han sido abandonados en el último período. Un reajuste basado en estos pilares fundamentales parece inevitable si el gobierno quiere revertir la mal dirigida política exterior, que también tiene un impacto destructivo sobre la economía y la credibilidad del país en el mundo.
Serkan Demirtaş
Artículo traducido del original publicado el 29-06-2019 en la edición internacional del diario turco Hürriyet.
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