Familiares de las víctimas de Uludere se manifiestan ante el parlamento turco

La protesta se produce después de que un informe parlamentario concluyera que el bombardeo ocurrido en diciembre de 2011, en el que murieron 34 civiles, no fue intencionado.

 

Familiares de las 34 víctimas fallecidas a finales de 2011 en la provincia fronteriza de Şırnak durante la llamada “masacre de Uludere” se manifestaron el jueves frente a la sede de la Asamblea Nacional Turca en protesta por las conclusiones de la comisión parlamentaria encargada de estudiar el incidente, que concluyó que no hubo intencionalidad en las muertes.

En la protesta, en la que participaron varios diputados del partido nacionalista kurdo BDP en señal de apoyo, madres y familiares de las víctimas mostraron imágenes y fotografías de los fallecidos. Posteriormente varios de los presentes en la acción arrojaron al suelo sus tarjetas de identidad turcas e intentaron entrar a la fuerza en el edificio, siendo rechazados por la seguridad del parlamento.

En declaraciones a la prensa un portavoz del grupo calificaba de “vergonzoso” y “escandaloso” el informe asegurando que las muertes fueron deliberadas y acusando a las autoridades de impedir que los heridos en el incidente fueran atendidos por los servicios de emergencia.

La Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Nacional Turca (TBMM, por sus siglas en turco) aprobó el miércoles por mayoría simple el informe preparado por una subcomisión encargada de investigar el bombardeo que las fuerzas aéreas turcas llevaron a cabo en la noche del 28 de diciembre de 2011 en el distrito de Uludere -en la provincia suroriental de Şırnak-, perpetrado contra un grupo de civiles que atravesaban la frontera desde el norte de Irak hacia Turquía, y que fueron confundidos con miembros de la organiación terrorista PKK que intentaba infiltrarse en territorio turco para perpetrar un ataque.

Conclusiones del informe

La investigación del suceso, en el que murieron 34 civiles que se dedicaban a pasar mercancías de contrabando entre Irak y Turquía como medio de conseguir unos ingresos extra, concluyó que no hay evidencias de que el bombardeo se produjera de forma deliberada como ha sostenido desde el principio el partido nacionalista BDP y otras organizaciones kurdas, si bien enumeró varios fallos en la toma de decisiones y en el análisis de la información que condujeron al desastre.

“Se ha acordado que no se ha encontrado ninguna evidencia que sugiera que hubo una acción deliberada en el incidente, tras la investigación y examen de esta cuestión que ha entristecido y sacudido profundamente a todo el país”, concluyó el informe de 84 páginas que fue hecho público el pasado viernes 22 de marzo.

El documento señala que al menos un mes antes del trágico accidente las fuerzas de seguridad turcas habían advertido movimientos anómalos y crecientes de miembros del grupo terrorista PKK en la región en torno a Uludere, y que hasta una treintena de informes de inteligencia corroboraban esta información indicando que 16 grupos distintos de militantes del PKK -de entre 10 y 134 miembros, incluyendo algunos de sus comandantes – habían sido localizados en diciembre de 2010, una cifra que se había elevado hasta los 37 un año después, sólo unos días antes del bombardeo, lo que hacía presagiar un ataque inminente.

El informe continúa diciendo que estos y otros datos habían puesto a los mandos militares y a unidades del ejército en alerta máxima ante la expectativa de que se estuviera gestando una gran incursión por parte del PKK para cometer algún atentado en la zona.

Durante la noche del 28 de diciembre de 2011, aviones no tripulados (conocidos popularmente como “drones”) estadounidenses y turcos habían estado siguiendo durante unas tres horas a un grupo de personas, animales y vehículos que se internaba en Turquía desde los montes Kandil del norte de Irak, donde el PKK tiene sus principales campamentos. Esta circunstancia unida a los informes de inteligencia de actividades crecientes del grupo armado en la zona llevaron a concluir que se trataba de una gran incursión del PKK en territorio turco.

No obstante el informe señala también varios fallos en la coordinación y en el análisis de los datos que, de haber sido evaluados con el tiempo y la cautela suficiente, podrían haber evitado la tragedia. Así el documento indica que de acuerdo a los informes examinados por la comisión, el grupo de personas que cruzaba la frontera se colocó en varias ocasiones en lugares elevados para realizar llamadas por teléfono sin tomar ninguna medida de seguridad, un comportamiento impropio de un grupo armado que planease un ataque.

Así mismo se subraya que tras lanzarse las primeras bombas por los cazas F-16, que cayeron en el frente del grupo, varias personas que se encontraban más retrasados a una distancia estimada de 1.100 metros no intentaron huir como habrían hecho los miembros del PKK al oir el ruido de los aviones y las bombas, sino que intentaron buscar refugio y parapetarse.

Estos y otros comportamientos inusuales para un grupo de miembros del PKK habrían posibilitado determinar que las personas objeto del ataque aéreo no eran terroristas, según concluye el informe, que subraya que se dispuso de tiempo y de varias oportunidades para determinar que se trataba de un grupo de civiles y no de terroristas. “Estas oportunidades no se usaron correctamente”, concluye el documento, citando fallos en la coordinación de la cadena de mando.